¿Te has planteado alguna vez cuál es el propósito de tu educación? ¿Es decir, cual es la intención detrás de tus estrategias a la hora de educar?
Venimos de una educación basada en la obediencia, y de lógica al habernos criado así, es la única forma de educar que conocemos. De aquí la frustración que sentimos cuando decidimos educar de otra forma, que sea consciente y respetuosa, porque no sabemos como hacerlo, no lo hemos experimentado y no sabemos reproducirlo. Entonces buscamos nuevas fórmulas, un poco de conciencia, un poco de respeto, un poco de “me mantengo en calma e intento no gritar”… la cuestión es que si en el fondo, el objetivo sigue siendo educar para que mi hijo o mi hija me haga caso a la primera sin que tenga que gritar, no cambiamos nuestra visión de la educación que sigue buscando una cierta obediencia. Porque es cuando pensamos que nuestros hijo/as están bien educados, y nos cuesta que no sea así por lo que se pensará el entorno, la sociedad.
El primer paso sería plantearse un nuevo objetivo para la educación que queremos dar a nuestros hijos y nuestras hijas, para que las estrategias que elijamos entonces vayan acorde a este objetivo. Es mucho más fácil encontrar soluciones a una situación de conflicto cuando tenemos claro cuál es el objetivo de educación que se esconde detrás de esta situación, porque entonces no buscamos la obediencia, pero que nuestro hijo/a aprenda lo que es importante para nosotros ahora, y para el día de mañana también. Entonces sí que cada paso de la educación cobra un sentido más amplio, porque el objetivo no es que nos haga caso ahora, sino que reproduzca por si mismo lo que le estamos pidiendo porque lo entiende y lo comparte. El objetivo tiene que ser a quién aspiramos que sea nuestro hijo o nuestra hija cuando sea mayor.
El segundo paso sería elegir un modelo educativo con un objetivo diferente al de la obediencia. Yo he elegido el modelo educativo EDUCAR y CUIDAR, que sigue los principios del coaching que son la autonomía, la conciencia, la responsabilidad, y la libertad.
Teniendo claro que mi educación tiene que ir en esta dirección, me resulta mucho más fácil elegir estrategias que vayan a fomentar estos valores. Requiere hacer un cambio a 180º en mi mente y en cada situación recordar para qué educo, y luego con la práctica, se vuelve cada vez más automático. Es una habilidad que se adquiere practicando como todo en la vida, y empieza por definir qué es lo que quiero transmitir a mi hijo/hija.
Y, por último, un aspecto importante a la hora de elegir una educación que no busque la obediencia, pero sí la autonomía, es la visión que tengo de mi hijo, de mi hija. Su edad no impide que sean personas con los mismos derechos que tenemos los adultos, de pensar, de expresarse, de tener una opinión, y de ser tomados en cuenta. Esto es básico para aceptar la negociación de mi hijo/a, y poniéndome a su nivel, reconocerle este derecho a negociar conmigo. Requiere de mucha atención y consciencia, porque surgen situaciones en la vida cotidiana que nos hacen funcionar en piloto automático y cuando surge un conflicto es interesante parar a pensar qué es lo que busco con esto que espero de mi hijo/a, para qué se lo pido, cual es mi objetivo. Si es una reacción automática y busco la obediencia, quizás es momento de replantearme el cómo quiero gestionar la situación.
También es necesario desarrollar la empatía hacia los niños/as que solo buscan descubrir, aprender, querer, y lo hacen de una manera espontanea y alegre. El mundo que les ofrecemos no toma en cuenta la esencia misma de la infancia y no tienen un espacio dedicado a ellos en cuanto salimos de casa. Como madre, como padre, seguro que más de una vez te has encontrado en un restaurante u otro lugar dónde no estaba previsto un área para poder cuidar de tu bebé, e incluso te has sentido mal por el ruido o el movimiento de tu hijo mayor…nuestra visión de los niños/as tiene que cambiar para aceptar que su comportamiento es lo normal por su edad, y acompañarlos hacia la madurez que llegará en su debido tiempo, como nos ha pasado a todos y todas. Por qué no reconocer esta etapa vital de la vida por lo que es, aceptarlo e integrarlo.
En conclusión, te invito a que pongas atención y consciencia en situaciones de la vida diaria que parecen sin importancia pero que crean conflictos con tu hijo/hija, y qué te hagas la pregunta de qué estas buscando con tu petición y para qué? A partir de aquí se puede desarrollar una educación que sea consciente y respetuosa.