Qué elijo dejar de mí a mi hija y mi hijo.
Un legado es algo que se deja o se transmite a otras personas.
Cuando me convertí en madre, sentí una responsabilidad enorme. La de asegurarle la supervivencia a mi hija, pero también la responsabilidad de lo que le estoy dejando de mí.
Ser madre es ser maestra de esta criatura que, sin saberlo, solo por ser, me enseña tanto sobre mí y la vida. Esta fue la sorpresa más grande al entrar en la maternidad. Cuando me imaginaba madre, solo veía todo lo que yo le iba a enseñar, y no había imaginado todo lo que ella me iba a enseñar a mí, y sobre todo como este ser tan pequeño me podría revolucionar, cuestionarme, sentirme perdida en el sentido de quién soy y para qué estoy aquí.
Yo le quiero abrir a todas las posibilidades, permitirle tener lo que ella quiera en la vida, pero para eso tengo que saber enseñarle cómo hacerlo. Tengo que aprender a ser, a vivir según mis principios y en coherencia con ellos, ser perseverante en la educación que doy para que estos se conviertan en el legado que quiero para mi hija y mi hijo.
Es lo que me motiva a buscar la mejora continua, a seguir aprendiendo y sobre todo aprender con ella, y ahora con mi hijo también. En eso elegir una educación consciente es clave, porque tiene un objetivo claro, es una brújula que me recuerda cada día para qué quise ser madre y que es lo que quiero dejar de mí en la tierra. Elegir un camino conscientemente y seguirlo, es lo que me da las fuerzas y la energía para ser perseverante.
Me da ganas de volver a conectar con la naturaleza de quién soy, de la ligereza que va ligada a la inocencia… encontrar a esta niña interior que se quedó atrás.
Mi hija, mi hijo, son pura alegría y para que mantengan esta actitud alegre espontánea, es importante que yo como adulta la trate con mucho cuidado. Contagiarme de esta alegría en vez de querer controlarla porque ahora no toca… Sentir la ligereza de este estado inocente y que solamente pide expresarse. Recordar lo que era sentir este amor constante por la vida, en el presente, sin preocupaciones por lo que viene después. Esta sabiduría nos la enseñan nuestro/as hijo/as, aprendamos de ella para ser la guía que ellos necesitan.
Mi legado es quién soy hoy y cada día, que todo lo que aprendo y me transformo para que mi hija y mi hijo tenga todo el potencial disponible para a su vez, evolucionar y seguir siendo ella misma, él mismo, verdaderamente a pesar del paso del tiempo.