Dar a luz siendo madre, o cómo fluir con la vida. /Parte 2

La maternidad como vía para conocerme.

La experiencia de la maternidad hasta ahora me ha enseñado lo siguiente sobre este rol. Primero, para ser la madre que yo quiera ser para mis hijos, necesito cuidar de mí y atender a mis propias necesidades. Es una lección difícil al principio porque estamos acostumbrados a la idea de la madre que se sacrifica por el bien de sus hijos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Cuidar de un pequeño ser dependiente requiere una devoción tal que se necesita mucha energía. Solo atendiéndome puedo asegurarme de conocer las necesidades de mi bebé y responder a ellas correctamente.

Al ser madre me siento una figura de amor, presencia y comprensión incondicional. Amo tanto las cualidades como los defectos de mis hijos. El conjunto hace de ellos unas personitas perfectamente imperfectas. Encuentro este  sentimiento muy liberador y distinto al que siento habitualmente por mí misma. El esfuerzo que tengo que desplegar para sentir este mismo amor hacia mí misma no existe con ellos, y esta sensación de solo amor es maravillosa.

Ser madre es abrirse a una infinidad de oportunidades de aprendizaje y evolución personal. Me siento más una alumna que una maestra a su lado. Habilidades como la empatía, la escucha activa, la presencia, se desarrollan en gran  medida cuando pongo la atención y la implicación correspondientes. Cada nueva etapa de su desarrollo plantea retos diferentes y me obliga a descubrir y aprender. ¡En eso la maternidad es todo menos aburrida!

 

Y para acabar ser madre es entender la importancia de mi conducta y la influencia que tengo en la
transmisión de quién soy. Esta es la parte que más me preocupa, y la razón por la cual hice un
proceso de coaching antes de quedarme embarazada. Hoy sé que es un trabajo infinito y que lo
mejor que puedo hacer es seguir implicándome para mejorar un poco cada día para acercarme a
la persona, la mujer y la madre que quisiera ser para mis hijos. Esto pasa por desarrollar una
compasión y un amor hacia mí misma. También estoy convencida de que ese es el camino para
que ellos se conviertan a su vez en personas que se quieren y que realicen sus sueños. La medida
en qué lo hagan ellos dependerá en gran parte de lo que hayan visto y aprendido de mí.

Qué aprendí de esta experiencia?
Responsabilizarme de mis hijos pasa por responsabilizarme de mi completamente, y es el
ejercicio más retador que he realizado nunca

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