El proceso de convertirse en madre a través del parto como antesala a la experiencia de la maternidad. /Parte 1

Vivir un cambio profundo a través de la maternidad.

Convertirme en madre fue la experiencia más excepcional que he vivido nunca. Una revolución
de una dimensión que había subestimado en mis sueños de maternidad. Tener la idea de lo que es
una madre y transformarme en una son dos conceptos bien distintos, y la experiencia, una
maestra indiscutible.
Siempre había querido ser madre. Era una evidencia desde que era adolescente. Una de esas
convicciones que llevaba dentro y que esperaba vivir algún día. Así que el día en qué el test por fin
dio positivo, después de más de un año de espera, fue una inmensa alegría. Este embarazo fue
pura magia, la fuerza de la naturaleza en plena acción.

Me encantó estar embarazada. Me sentía serena, activa, ¡y muy especial por llevar dentro de mí
un pequeño ser que no paraba de crecer! Mi ilusión era inmensa. Me preparé junto con mi
marido para un parto natural. Sentía la necesidad de vivir la experiencia del parto sin filtro, en
su totalidad. Era una necesidad de conocerme a mi misma en una de las experiencias más
naturales y ancestrales. Me preparé emocionalmente y mentalmente para el gran día. En ese
momento, no dejé lugar a otra forma de dar a luz. Pensaba que si lo quería tanto sería capaz de
lograrlo.

¡Un día cálido de junio, a las 7h de la mañana, mi bebé anunció el día del parto con una patada
bien fuerte! Entendí enseguida que había llegado el momento. ¡También pensé que ese era el
día en qué nacería, y no fue así! El parto duró más de un día. Las largas horas pasaban a una
velocidad desconocida. Fue un momento fuera del tiempo y del espacio ordinario. A pesar de
mi buena voluntad y esfuerzos, después de muchas horas y un cansancio inmenso, mi bebé
nació después de una epidural e intervención con ventosa. A pesar de la decepción, en ese
momento, solo quería ver a mi bebé. Cuando por fin salió, casi me desmalle, y se fue con su
papa. ¡Entonces me anunciaron que era una niña! Recordaré para siempre la mirada tan
intensa con la que llegó a este mundo. Entonces me había convertido en madre, y estaba sin
palabra.

Vivir el parto fue una experiencia intensa que me conectó con algo más grande que yo;
darme cuenta de lo que es dar a luz, ser un vehículo que permite la vida, en un acto que me hizo
conectar con lo que es la Vida en su sentido más integro, en un sentido más espiritual y
misterioso…

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